3 de febrero de 2015

Insomnio



Cuento 



Insomnio


Desde muy pequeño el miedo estuvo presente, en un principio a la oscuridad, luego a las sombras que proyectaban sus juguetes, más tarde a los rostros que formaban los pliegues de la colcha. Siempre el momento previo al reposo estaba cargado de angustia y temor.

Así fue desarrollando una aversión al sueño y a la necesidad de descanso, que lo acompañaría por mucho tiempo.

La necesidad de relajarse lo indujo a consumir algunas copas durante la noche pero sólo de vez en cuando lograba alcanzar el letargo en forma apacible. El temor continuaba perturbándolo y se había convertido en la principal preocupación de su vida.

Técnicas de relajación, ejercicios y prácticas de yoga no impedían que en forma abrupta apareciera el desvelo y el miedo a tener miedo, ocupaba sus pensamientos durante las horas previas a la noche.

El día había transcurrido muy ocupado, mucho trabajo, algunos contratiempos y contradicciones lo habían agotado, realmente estaba cansado y deseaba tener un descanso reparador.

De regreso a su casa dormitó en el subte, el ruido de las vías y el movimiento lo cobijaron en una mágica cama transportándolo a un placentero pero breve estado de somnolencia que se interrumpió al llegar a la estación de destino.

Esa noche, la preocupación y la ansiedad se hicieron presentes en forma inmediata, no podía relajarse, comenzó a transpirar hasta humedecer las sábanas, la falta de aire y sensaciones vertiginosas lo obligaron a vestirse y salir del departamento.

Caminó varios minutos por la avenida hasta detenerse frente a la puerta de un sótano que con su luz rojiza lo invitaba a ingresar.

Mientras bajaba la escalera cubierta por una gastada alfombra de indefinido color, sus sentidos comenzaron a percibir múltiples estímulos; el aire estaba cargado de olor a perfume, vinagre y humedad con un pequeño toque de amoníaco proveniente de los sanitarios.

La empalagosa música latina invadía todo el lugar y una suave y mortecina luz destacaba la barra ubicada en la pared posterior revestida por un espejo manchado.

Se acomodó sobre una banqueta, prendió un cigarrillo y esperó ser atendido.
En forma displicente, con un trato familiar y afectuoso, la mujer que se encontraba tras la barra comenzó el diálogo.
- ¿Qué tomas?, ¿Es la primera vez que venís?, ¡Te cuento!-.
Y presentándose como Selene, comenzó la enumeración de una larga lista de precios, servicios y recomendaciones sobre las bondades de cada una de las damas de compañía que se encontraban en el lugar.
- Dame un Criadores -. Pidió con tono displicente.

Mientras consumía su primera copa fue observando las cualidades físicas de la mujer que continuaba hablando y riendo al finalizar cada frase. De edad indefinida pero superior a los cuarenta años, los veinte kilos de sobrepeso demostraban la gran cantidad de alcohol consumido durante las largas noches de vigilia y su piel cetrina, la de tabaco.

El diálogo que había comenzado con frívolos temas fue tornándose cada vez más profundo llegando a revelar secretos y actitudes existenciales de ambas partes. Un vínculo se había formado y lo festejaron con Whisky etiqueta negra en uno de los reservados.

En forma paulatina fueron recorriendo los caminos de la sensualidad y el placer hasta el agotamiento.

El alcohol y el sexo informal habían cumplido su cometido, totalmente relajado apoyó su cabeza sobre los enormes pechos de Selene y ella con una tierna actitud lo acomodo sobre el sillón, arropándolo y besando su frente.

Así  llegó al más profundo y reparador de los sueños.




No hay comentarios:

Publicar un comentario